En una entrevista de trabajo hay preguntas que no te supondrán ningún problema. Sabrás contestarlas con soltura, conocimiento y podrás lucirte. Luego están las otras, las escabrosas: que si por qué hay un vacío entre los meses tal y cual, que si te han despedido alguna vez …y el clásico, ¿cuáles son tus fortalezas y debilidades?.
Prepara muy bien las preguntas donde eres más vulnerable
Partamos del hecho de que conocer las propias debilidades ya es una fortaleza y es esto lo que se pondrá en valor. Nos obstante, este tipo de respuestas requieren un planteamiento más complejo que una mera sucesión de acontecimientos. Cuando haya que resolver estas preguntas que no hacen que quedemos como tan competentes conviene preparárselas a fondo.
Comienza haciendo un análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) personal para tener presentes tanto aquellas cuestiones que más te cuesta afrontar profesionalmente como en las que eres un crack y es una suerte tenerte en plantilla. Debes tener en cuenta que la persona que te hace la entrevista de trabajo solo quiere valorar de estos aspectos más desfavorables cómo encaras esas debilidades y fortalezas en el ámbito profesional, nunca en el personal.
El objetivo del entrevistador es conocer el grado de madurez
El fin que persigue el entrevistador cuando hace esta pregunta es saber cómo te manejas al hablar de ti mismo. Pretende conocer el grado que tienes de autoconocimiento y de madurez al hacer un tanteo de los aspectos de tu personalidad que has conseguido mejorar a lo largo de tu carrera.
Hablar con sinceridad es lo mejor que puedes hacer en una entrevista de trabajo, pero sin tirar piedras sobre tu propio tejado. Cuando se habla de un rasgo negativo de la personalidad inevitablemente se forma una imagen que puede parecer de desventaja. Saber revertir la idea y convertirla en un caso de éxito es fácil.
Acompaña esa limitación presentando un ejemplo en el que describas de qué forma has conseguido que ese aspecto a depurar no suponga una barrera en lo profesional que eres. Estás hablando de tu talón de Aquiles, pero, a la vez, aprovechas para añadir una fortaleza como es la madurez y saber afrontar un escollo. Nadie es perfecto ni carece de debilidades, pero sí está en nuestra mano el superarlas. El posible efecto negativo quedará mitigado.
Suaviza los aspectos negativos de tu personalidad
Para amortiguar el efecto no deseado inserta esa debilidad en un pequeño relato donde se vea que asumes la realidad de tu personalidad, y que tienes herramientas y capacidad de mejora. Por ejemplo, si tu problema es que no sabes delegar, puedes decir: “A lo largo de mi experiencia profesional he aprendido a confiar en el trabajo de los demás y a no sobrecargarme. De esta forma puedo dedicar mis esfuerzos a potenciar aquellos aspectos donde realmente puedo aportar más.”
Para responder bien a esta pregunta, hay que elegir qué puntos fuertes y débiles se tienen y ponerlos con relación a las competencias del puesto al que te presentas. Por este motivo, es importante que analices bien la oferta de trabajo y qué es lo que necesitan. En función de eso podrás orientar tu propia experiencia. De entre tus fortalezas o aspectos positivos escoge las que estén más relacionados con las aptitudes que se necesitan para el puesto. En realidad, estarás hablando de tus softskills.
De las cuestiones en las que todavía tienes recorrido de mejora o debilidades, elige aquellas que no sean competencias tan relevantes para la posición.
Utiliza estos ejemplos sobre debilidades y amóldalos a tu caso
Por ejemplo, si eres una persona a la que le cuesta organizarse, y te presentas a un puesto de tipo administrativo, es preferible que dejes esa carencia a un lado y busques otro rasgo donde tengas dificultades, por ejemplo, siguiendo con el ejemplo anterior, no saber delegar. En este caso esa habilidad no es crítica para el puesto.
Estos son algunos ejemplos que puedes utilizar.
- “Antes necesitaba tener un continuo reconocimiento del trabajo. He aprendido a confiar en mis decisiones y saber ver por mí mismo el impacto que tienen.”
- “La capacidad para organizarme no es mi fuerte. Con la experiencia de los años he aprendido técnicas y descubierto aplicaciones que me ayudan a priorizar y a sacar el trabajo a tiempo.”
- “Tiendo a sobrecargarme de trabajo, porque creo a priori que voy a poder con todo. Me he dado cuenta de que obtengo mejores resultados cuando tengo presentes mis límites.”
- “Al principio me costaba comunicarme en público, hacer presentaciones. He hecho varios cursos que me han ayudado a controlar esos nervios y presentar de forma efectiva la información.”